Por: Milena de León.
La esperanza por el cambio que produjeron las palabras de Barack Obama en su posesión no logró ocultar la cautela y el compromiso con el que el nuevo presidente de E. U. asumirá su gobierno.
John F. Kennedy se inmortalizó el día de su posesión por una famosa frase que aún resuena: "Pregúntense no lo que el país puede hacer por ustedes, sino lo que ustedes pueden hacer por su país".
Barack Obama será recordado por el momento en que les pidió a los estadounidenses ingresar con él a una "nueva era de la responsabilidad" que exigirá "sacrificios" y en la que cada estadounidense tendrá que poner su cuota para sacar al país adelante.
"Lo que necesitamos ahora es una nueva era de la responsabilidad. Un reconocimiento de parte de cada estadounidense, que tenemos deberes contraídos con nosotros mismos, con el país y con el mundo. Deberes que no aceptamos a regañadientes sino voluntariosos, firmes en el convencimiento de que no hay nada más satisfactorio para el espíritu, tan definitorio de nuestro carácter, que entregarnos plenamente a una tarea difícil. Este es el precio -y la promesa- de la ciudadanía", dijo el Presidente ante una impresionante multitud de personas que se congregaron a los pies del Capitolio para presenciar la ceremonia inaugural de su mandato.
De acuerdo con Vernon Jordan, ex funcionario de la administración Clinton, el mensaje central de Obama es que el camino de la recuperación parte del compromiso ciudadano: "El gobierno solo es lo que la gente quiere que sea. Que estamos todos en el mismo barco y hay que remar parejo si queremos llegar a la orilla", sostiene Jordan, ahora analista para la cadena 'CBS'.
El discurso fue descrito por muchos analistas como "sobrio", pero consecuente con las dificultades económicas y políticas que le depara el futuro.
"Con sus palabras el presidente nos ha dejado saber que incluso en una día tan brillante como este no está ciego. Que haya sonado tan sobrio en el día de su celebración nos dice muchas cosas. Que en estos tiempos de escasez no hay que perder oportunidades", escribió Nancy Gibbs, analista política de la revista 'Time' al comentar sus palabras.
Obama, de hecho, fue muy específico a la hora de plantear los problemas.
"Que estamos en la mitad de una crisis es algo que entendemos bien. Nuestro país está en guerra contra una red de violencia y odio de grandes alcances. Nuestra economía está severamente debilitada (...) La gente está perdiendo sus casas, sus empleos, nuestro sistema de salud es muy costoso, nuestros colegios fracasan, y cada día trae evidencia que la forma como usamos la energía fortalece a nuestros rivales y amenaza el planeta. Hoy les digo que los retos que enfrentamos son reales, son serios, son muchos y no serán resueltos en corto tiempo", afirmó.
Paralelamente, sin embargo, sus palabras llegaron acompañadas de una alta dosis de esperanza y una profunda fe en la capacidad de los estadounidenses para superar las adversidades: "A partir de hoy -sostuvo- debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y comenzar de nuevo el trabajo de rehacer a América".
A los críticos que han puesto el futuro en duda los llamó "cínicos" que han olvidado "lo que hombres y mujeres pueden hacer cuando su imaginación se junta con un propósito común, cuando la necesidad se alinea con el coraje".
Su discurso tuvo también matices populistas, al prometer una redistribución de la riqueza y un llamado a la integración y la unidad de los pueblos sin importar credos.
Tomando distancia de los años de la administración Bush, Obama le dijo al mundo que la seguridad de E.U. no implica el sacrifico de sus valores y dio a entender que caminará por la senda del multilateralismo.
"Anteriores generaciones enfrentaron el fascismo y el comunismo pero no solo con misiles y tanques sino con alianzas y convicciones. Ellos entendieron que nuestro poder por sí solo no puede protegernos ni tampoco nos permite hacer lo que se nos antoje. Por el contrario, sabían que nuestro poder crece con su uso prudente, que nuestra seguridad emana de la justa causa, de la fuerza de nuestro ejemplo", afirmó tras extender una rama de olivo al mundo musulmán al que prometió respeto y trabajo en intereses mutuos.
También, por supuesto, hubo amenazas de retaliación para los terroristas, a los que prometió derrotar, y dejó claro que usará su "músculo" para impedir que países como Irán obtengan armas nucleares.
Obama también hizo énfasis en algo que no podía faltar en su discurso: el hecho de que un afroamericano como él, cuyos antepasados de hace solo 60 años no podían montar en bus sin ser discriminados por su color de piel, pudiera llegar a la Casa Blanca es la prueba reina del poder de la democracia de E.U.
EL TIEMPO.
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martes, 20 de enero de 2009
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